El cultivo en invernadero, con un ambiente controlado, nos permite producir alimentos durante todo el año, independientemente de la estacionalidad. Esta puede ser la clave para mantener la seguridad alimentaria durante estos tiempos difíciles.

Las crisis como la del brote de covid-19 son inesperadas, pero inevitables. Los intentos globales para detener su propagación han ralentizado gran parte de la actividad económica mundial, afectando tanto al comercio mundial como a las economías locales. Esta incertidumbre en el suministro y los precios de los bienes puede tener un efecto drástico en la seguridad alimentaria, así como en la seguridad energética de países enteros. Estos problemas están muy relacionados con la agricultura en general y, en particular, con el cultivo de clima controlado, que puede ser la clave para aliviar crisis como esta.

Covid-19 interrumpe el comercio mundial

El reciente brote de covid-19 está afectando no solo a la salud, sino también a la actividad económica. En tiempos como estos, los países cierran sus puertas y las empresas reducen sus negocios para capear la tormenta. Pero las necesidades básicas de la sociedad dependen en gran medida de la existencia del comercio mundial. Esto plantea problemas de seguridad alimentaria y energética y destaca la necesidad de que los países cultiven una economía más autosuficiente, al menos en lo que respecta a las necesidades básicas.

Esta crisis actual, aunque devastadora, probablemente sea temporal. Pero muestra nuestras vulnerabilidades a tales eventos, que seguirán ocurriendo. El cambio climático puede ser un ejemplo de lo que está por venir. Pero como nos enseña esta pandemia, los eventos inesperados pueden llegar antes.

La horticultura puede aliviar el impacto de crisis económicas como la del Covid-19 en la sociedad

La horticultura, y más específicamente el cultivo con clima controlado, puede ayudar a las naciones a aliviar la crisis económica provocada por los cambios globales, como el covid-19.

La horticultura impulsa la seguridad alimentaria

La seguridad alimentaria es la disponibilidad y accesibilidad de alimentos para la población. En estos días, muchos países dependen de las importaciones para proporcionar las cantidades esperadas y la gama de alimentos a la que están acostumbrados. De hecho, en 2017, el Reino Unido produjo solo el 50% de su suministro de alimentos. En un mundo con comercio limitado, muchos países pueden tener dificultades para proporcionar el mismo estándar de alimentos a sus poblaciones.

Aquí es donde entra la horticultura. Cultivar alimentos en un ambiente controlado, como los invernaderos, abre la puerta a mayores posibilidades de producción de alimentos.

Al controlar el clima, los productores pueden cultivar durante todo el año, independientemente de la temporada. Esto se hace controlando la temperatura, la humedad, la iluminación, la fertilización y brindando protección contra plagas y enfermedades. Además, los productores pueden cultivar cultivos que de otro modo no serían posibles de cultivar en su clima local. Los tomates y los pepinos son ejemplos importantes de esto, ya que se cultivan durante todo el año en todo el mundo.

Con importaciones limitadas, poder producir alimentos localmente se vuelve extremadamente importante. Invertir en el sector de los invernaderos es una de las principales vías para garantizar el suministro de alimentos cuando un país se ve obligado a depender aún más de sus propios recursos.

Horticultura y Seguridad Energética

La recesión económica actual y sus efectos en el comercio mundial afectan más que el suministro de alimentos. Otro producto básico extremadamente importante que se comercializa con frecuencia es la energía. Ya sea en forma de petróleo, gas o electricidad, la energía es un producto básico que comercializamos, y muchos países dependen de este comercio para satisfacer sus necesidades.

Al igual que con la seguridad alimentaria, la seguridad energética es la capacidad de satisfacer la propia demanda de energía, con una dependencia mínima de fuentes externas.

En tiempos como estos, los precios de la energía fluctúan. Si una crisis en particular golpea con especial fuerza, como puede ser el caso del actual brote de coronavirus, la oferta también puede verse afectada. Como mínimo, esta situación genera inseguridad tanto para las empresas privadas como para economías nacionales enteras.

El cultivo de invernadero puede mejorar la seguridad alimentaria, que es fundamental durante una crisis. Pero en comparación con la agricultura tradicional, el cultivo con clima controlado consume más energía, lo que puede ser un problema.

¿Entonces, qué vamos a hacer? La respuesta, a nivel nacional, es encontrar el equilibrio adecuado entre la capacidad de producir alimentos y minimizar el consumo innecesario de energía.

En cuanto a las empresas privadas y las operaciones de invernaderos más pequeñas, la fluctuación de los precios y el suministro de energía puede afectar en gran medida su capacidad para permanecer en el negocio.

La eficiencia energética es clave para equilibrar la energía y la seguridad alimentaria

Los productores de invernadero definitivamente sufren una crisis económica, al igual que todas las empresas. Pero como proveedores de alimentos, su contribución supera su valor económico. Deben seguir operando a toda costa (la mayoría), para poder alimentar a la población, independientemente de los precios de la energía.

Durante períodos como estos, la mejor manera de garantizar la viabilidad del cultivo con clima controlado es que sea lo más eficiente posible desde el punto de vista energético.

Aumentar la eficiencia energética de un invernadero es bastante simple, pero requiere un cambio de mentalidad. Reducir el consumo de energía se trata principalmente de retener su energía tanto como sea posible.

Por ejemplo, las operaciones de invernadero tradicionales controlan los niveles de humedad mediante calefacción y ventilación. Pero, al ventilar, liberan el calor que producían, requiriendo energía adicional para recalentar el espacio. Mediante la introducción de deshumidificadores, estas operaciones pueden hacer frente a la humedad sin ventilar y evitando la pérdida de calor, reduciendo drásticamente el consumo de energía. Este es un ejemplo de cómo los equipos agrícolas modernos y los protocolos operativos pueden aumentar la eficiencia energética de la producción de alimentos.

Conclusión

El brote de coronavirus y la crisis económica que lo acompaña resaltan los problemas potenciales de la interrupción del comercio mundial. Hasta el momento, los efectos de la crisis actual aún son relativamente leves. Pero a medida que pasa el tiempo, su gravedad aumentará.

Estos problemas de seguridad alimentaria y energética están estrechamente relacionados con el sector de los invernaderos, que suministra gran parte de nuestros alimentos. La clave para la producción continua durante tiempos inciertos es operar de la manera más eficiente posible. Los productores de todo el mundo deberían priorizar esto, como pronto se hará evidente.

Aunque este brote actual eventualmente llegará a su fin, estos problemas persistirán con cada crisis futura. La producción de alimentos es una necesidad básica. Es nuestra responsabilidad como industria garantizar el funcionamiento durante estos tiempos difíciles.